Marisa Ferrer
Marisa Ferrer
lunes, 18 de febrero de 2019
EL SADE SATI DE SATURNO
El Sade Sati es una situación que tiene en cuenta la astrología védica.
Cada planeta está un tiempo transitando cada signo del zodiaco. De igual manera que la Luna tarda dos días y medio en cubrir un signo y casi 30 días en dar la vuelta al zodiaco, Saturno está dos años y medio en un signo y tarda casi 30 años en cubrirlos todos.
Sade Sati es un tiempo en que Saturno transita por el signo por el que estaba en el momento en que nacimos y por los signos anterior y posterior. En total, este tránsito le lleva unos 7 años y medio. Si utilizamos la posición de la Luna como ascendente, se trata de su casa 12, la casa donde está y la casa 2. En ese tiempo, Saturno nos proporcionará las limitaciones que nos obligarán a corregir lo que no nos permite avanzar. Es habitual que, por ejemplo, tengamos problemas de salud, dificultades económicas, cambios en nuestra profesión. A menudo vemos también problemas de salud en nuestros parientes, especialmente cuando Saturno pasa por el signo anterior, lo que sería la casa 12 de la posición lunar.
Durante esta etapa a menudo hay un tiempo en que la persona se siente un poco perdida, desanimada, sin saber muy bien qué cambios llevar a cabo ni que quiere en el fondo. Saturno nos obliga a replantearnos todo, a hacernos preguntas trascendentales respecto a nuestra vida, a observar si estamos siendo coherentes con nosotros mismos.
La luna rige nuestro humor, por lo que ese paso de Saturno es un tiempo con bastantes altibajos. Los mejores antídotos para esta etapa son el desapego respecto a los resultados, la paciencia y la confianza en que vamos a salir fortalecidos. Saturno nos obliga a ubicarnos en el presente, trabajar a fondo y soltar todo intento de control.
Tras el paso de Saturno nos sentiremos más ligeros y enfocados en lo que es realmente importante en nuestra vida.
Actualmente, Saturno está hacia la mitad de Capricornio, así que esto afecta a los que tienen a su Luna en Sagitario, Capricornio y Acuario.
Marisa Ferrer
18/2/2019
martes, 4 de diciembre de 2018
Jyotish, la ciencia de la luz
En la India, a la astrología se la llama Jyotish: la ciencia de la luz. Según los Vedas, es el conocimiento mediante el cual la inteligencia cósmica se revela a través de la luz.
En nuestro organismo, el ojo es el que nos permite captarla, reconociendo lo que hay en el exterior.
El ojo tiene un mecanismo perfecto, de altísima precisión, que se ocupa de enfocar hacia donde posamos nuestra mirada y envía esa información al cerebro. El ojo depende de la luz. Si no hay luz, bien sea eléctrica, del fuego, del sol o del tipo que sea, no hay información visual.
Es interesante observar que el ojo es igual al símbolo astrológico del Sol:
Por lo tanto, nuestra mirada está relacionada con el Sol.
También lo están nuestra vitalidad, nuestra identidad y nuestra individualidad (sol-edad). Cuando decimos “Yo” señalamos a nuestro pecho, al que sentimos de alguna manera el centro de nuestra vida y de nuestra identidad.
Recomiendo especialmente la práctica del Sun Gazing, acerca de la cual hablo en el apartado “Prácticas” de la web. Su ejercicio nos permitirá obtener beneficios en los aspectos de los que estamos hablando y muchos más: veremos con más claridad (incluso físicamente), nos enfocaremos mejor en lo esencial de nuestra vida, sentiremos mayor seguridad en nuestro propio Yo e identificaremos mejor lo que realmente nos es afín, ganaremos en equilibrio y reforzaremos la vitalidad. Éstos son algunos de los beneficios de la práctica.
Reflexionar acerca de todo ello nos permite tomar conciencia de la importancia del lugar que ocupa el Sol en nuestra carta natal y cómo se vincula con todo el conjunto.
Marisa Ferrer
4/12/2018
En nuestro organismo, el ojo es el que nos permite captarla, reconociendo lo que hay en el exterior.
El ojo tiene un mecanismo perfecto, de altísima precisión, que se ocupa de enfocar hacia donde posamos nuestra mirada y envía esa información al cerebro. El ojo depende de la luz. Si no hay luz, bien sea eléctrica, del fuego, del sol o del tipo que sea, no hay información visual.
Es interesante observar que el ojo es igual al símbolo astrológico del Sol:
Por lo tanto, nuestra mirada está relacionada con el Sol.
También lo están nuestra vitalidad, nuestra identidad y nuestra individualidad (sol-edad). Cuando decimos “Yo” señalamos a nuestro pecho, al que sentimos de alguna manera el centro de nuestra vida y de nuestra identidad.
Recomiendo especialmente la práctica del Sun Gazing, acerca de la cual hablo en el apartado “Prácticas” de la web. Su ejercicio nos permitirá obtener beneficios en los aspectos de los que estamos hablando y muchos más: veremos con más claridad (incluso físicamente), nos enfocaremos mejor en lo esencial de nuestra vida, sentiremos mayor seguridad en nuestro propio Yo e identificaremos mejor lo que realmente nos es afín, ganaremos en equilibrio y reforzaremos la vitalidad. Éstos son algunos de los beneficios de la práctica.
Reflexionar acerca de todo ello nos permite tomar conciencia de la importancia del lugar que ocupa el Sol en nuestra carta natal y cómo se vincula con todo el conjunto.
Marisa Ferrer
4/12/2018
viernes, 14 de septiembre de 2018
La mirada astrológica
A medida que estudiamos astrología se nos revela que verdaderamente hay una relación entre lo que ocurre en el cielo y lo que vivimos. Tomar conciencia de esta relación nos muestra, sin lugar a dudas, que hay un orden en la existencia y que formamos parte de él.
A un astrólogo no se le pasará por alto que esta es una experiencia jupiteriana y que el lugar con el que tal evento tiene afinidad es la casa 9. Si la toma de conciencia es repentina, estará Urano involucrado, si nos ayuda a sentir pertenencia a una totalidad, tendrá una fuerte relación con Neptuno, si forma parte de un proceso de tomar responsabilidad, será Saturno quien formará parte de la experiencia… Así podemos ver, partiendo desde lo general a lo particular, lo que un astrólogo verá al mirar la carta y observar cómo se relacionan los planetas y todos los elementos de un tema.
No olvidemos que en la carta astral siempre está presente todo, lo que nos muestra que, a fin de cuentas, todo siempre tiene relación con la totalidad de este universo. La mirada astrológica permite abarcar más y más a medida que vamos introduciéndonos en el estudio de las cartas astrales de las personas y de los eventos. Nos permite tener un pequeñísimo y humilde indicio del sentido de la existencia.
Marisa Ferrer
14/9/2018
martes, 20 de marzo de 2018
La pulsación entre el ser humano y el universo
El universo pulsa.
Pulsamos con el universo mediante los movimientos de Prâna y Apâna. Nuestra exhalación respecto al universo es Apâna y la inhalación Prâna. Y del universo hacia el individuo Apâna es la inhalación y Prâna es la exhalación.
En el plano físico, Prâna es el oxígeno y Apâna el carbono: se trata de los principios del Sol y Saturno, vida y muerte.
En las antiguas escuelas espirituales, “Ham” representa a Apâna y “So” a Prâna. Las palabras simba (león), hamsa (cisne) o el mantram so ham tienen que ver con este movimiento. Se puede experimentar sintiendo el sonido “so” al inspirar y el sonido “ham” al exhalar.
El impulso de la inspiración se produce a través de los nervios alrededor del ombligo. En el cuerpo de un yogui esta es la zona Virgo-Escorpio. Antes de los 7 años, Libra todavía no ha separado este gran signo que comprendería Virgo y Escorpio. A partir de esa edad, Libra separa estos dos signos, separando las consciencias del ser humano interior y exterior. Es a lo que se denomina Mâya.
Respecto a la exhalación, es controlada por los nervios alrededor de la zona respiratoria y bucal. Se trata de la zona Cáncer-Tauro en el yogui y Géminis en los demás.
El punto de equilibrio, Samâna, se encuentra por debajo de las costillas, por encima del ombligo, en la zona del diafragma. Se trata del asiento del león. El sello de Leo representa a esa cueva sobre la que se asienta el león. Ahí se asienta en reflexión el ser humano perfecto, representado por Acuario.
Trabajando conscientemente en ese movimiento, el hombre desciende periódicamente a la materia para elevar los elementos de su reino inferior. Así elimina los signos de Libra y Géminis llevando al ser humano al estado yóguico.
Así lo explica el autor Ekkirala Krishnamacharya en su libro "Astrología espiritual"
Marisa Ferrer
20/3/2018
martes, 5 de diciembre de 2017
Por el camino encontramos las respuestas
Cuando “encontrar qué está en conflicto” se convierte en un bocado que creo que necesito:
Cuando intentamos encontrar el conflicto que originó una “enfermedad”, nos podemos acabar adentrando en un nuevo conflicto, en este caso de bocado, especialmente si creemos que podemos morir si no conseguimos ese bocado "¿cuál es el conflicto?" Es una pregunta habitual en el entorno de la Nueva Medicina Germánica. Casi siempre nuestra pregunta parte de la suposición de que estamos haciendo algo mal, por lo que “tengo que hacer algo para resolver esto”.
Está claro que si sabemos que la causa de nuestro problema está en un conflicto que estoy viviendo hemos de indagar acerca de todo lo que nos ha sucedido a fin de resolver el conflicto. Sin embargo, el hecho de que consigamos dilucidar esa causa no dependerá de cuán obsesivamente busquemos. De hecho, la búsqueda desesperada a veces nos aleja de la información que buscamos. La necesidad no acostumbra a ser un buen camino hacia la comprensión.
Si observamos nuestra vida, cuando hemos tenido momentos de comprensión ésta ha aparecido normalmente de repente y nadie nos ha tenido que convencer de nada. De repente todo se comprende, como cuando pones una pieza en un puzle y todo encaja. Cuando intentas hacer un puzle es esencial para ir avanzando tener la mente tranquila e ir probando. Si te desanimas porque nada encaja te atrasas, forzando piezas o cometiendo errores.
¿Y si no no hay nada que estemos haciendo mal y sólo se trata de un camino?
Es difícil saber por qué nos pasan cosas en la vida. Internet está llena de información de todo tipo al respecto, con miles de creencias imposibles de verificar. Esa imposible verificación supone un enorme negocio para mucha gente que va emitiendo teoría tras teoría. Nos venden un mundo “lógico mecánico” en el que si sabes la clave correcta ya no sufrirás más ni tendrás conflictos. Pero a poco que uno observe se da cuenta de que no es cierto. La vida continua con sus retos, tengamos o no fórmulas de éxito. De repente, el que estaba arriba en pleno éxito está abajo y al contrario. Las personas que viven alguna necesidad se convierten en víctimas vulnerables de todo tipo de negocios. Muchas personas se quejan de haberse gastado verdaderos dinerales en terapeutas o talleres. Tuvieron sus momentos de esperanza y de falso resplandor para al final darse cuenta de que tienen que atravesar ese bosque que se presenta tan lleno de peligros. Para salir del bosque hay que atravesarlo.
Recuerdo haber leído una anécdota de un autor, Richard Moss, que durante años ejerció de gurú. Tras escribir algunos libros inspirado por ciertos descubrimientos internos, fue seguido por muchas personas, que cuidaban de él y le servían, como a tantos cientos de gurús. Él se tenía a sí mismo como una persona más sabia que los demás y vivía en un mundo de algodón. Pasados unos años se enamoró de una mujer que vivía en la ciudad con sus hijos adolescentes. Moss dejó su ashram, donde vivía con sus seguidores, trasladándose a vivir con ella. Allí, según sus palabras, pasó de ser el venerado maestro sabio al “hijo de puta que vive con mamá”. Para los hijos de esta mujer, él no era nadie especial, sino más bien un enemigo despreciable. En ese momento, él tuvo que encarar un nuevo reto y tras experimentarlo a fondo escribió un nuevo libro compartiendo sus experiencias.
¿Podemos evitar los conflictos?
Entramos en conflicto cuando algo nos supera. Y no es con fórmulas de Internet o de cualquier libro como conseguiremos resolver nuestro conflicto, sino transitando el camino que nos lleva a una comprensión más amplia de lo que sucede. Y a veces ese camino es muy largo. A menudo es tan largo que parece que nunca se acabe. Y no tenemos la garantía de que no dejemos la vida en ese camino. Realmente, nos puede suceder a cualquiera, dependiendo de la magnitud de los eventos que vivamos en nuestra vida y de nuestra capacidad para resolverlos.
Hay ciertas circunstancias en la vida que no vamos a conseguir evitar ni a aceptar tan fácilmente con ninguna fórmula mágica. Si nos sucede como al doctor Hamer y nuestro hijo recibe un disparo y se mantiene entre la vida y la muerte, cualquier padre o madre que ame a sus hijos va a sufrir un conflicto, por más que haya leído mil manuales. Si no tenemos dinero y nuestros hijos pasan hambre estaremos en un conflicto activo buscando resolver el problema aunque asistamos a miles de talleres que nos vendan soluciones fáciles y lógicas a nuestra carencia. La ventaja es que si no tenemos dinero nos ahorraremos muchos talleres y es posible que avancemos con mejor pie. Múltiples circunstancias, muchas de ellas sociales, harán que la persona logre o no resolver ese problema. Beethoven no lo logró jamás y Mozart tampoco. Para cierto arte no es fácil la supervivencia en esta sociedad de consumo rápido. Aunque hubieran participado en muchos talleres quizá no habrían conseguido cambiar nada. ¿Qué sabemos realmente? Que conste que no tengo nada contra los talleres o los terapeutas, pero la altura y verdadera eficacia de ellos se mide en la invitación a transitar el propio camino sin atajos. El acompañamiento compartiendo los propios recursos producto del propio camino sin vender humo ni falsas esperanzas.
Lo que verdaderamente ayuda a mantener cierta calma en medio de las tormentas que generan los conflictos es la confianza en que lo que nos sucede no es porque sí, ni porque tenemos mala suerte, ni porque un dios omnipotente nos ha enviado ese trance. De igual forma que hemos comprendido que todo tiene un propósito en el organismo, podemos intuir que algún sentido pueda haber tras lo que nos sucede. De cualquier forma, no lo podemos cambiar. Aunque miles de coaches nos digan que sí y nos vendan sus cursos, al pasar los años nos damos cuenta de que lo que nos permite llegar a los lugares es transitar los caminos. No hay atajos, porque la comprensión nace de la vivencia. Antonio Machado lo reflejaba muy bien en su diálogo de gitanos: “¿Cómo vamos compadrito? Dando vueltas al atajo”. De eso hay que liberarse si uno quiere caminar con un paso más firme. "Se hace camino al andar", decía el mismo autor.
Resolver el conflicto sucederá en el momento justo. De la misma manera en que en una película vamos comprendiendo el argumento a medida que avanza la película, en nuestra vida sucede lo mismo. Los problemas no se acaban hasta que realmente llegan a su fin y los conflictos no se resuelven hasta que realmente se resuelven. Tanto como pacientes como terapeutas, de repente hablando con alguien o en solitario comprendemos lo que está ocurriendo, sin lugar a dudas: ese es el momento justo y es fácil reconocerlo. Pero no se puede forzar.
A veces me pregunto qué hizo que mis parientes o amigos murieran de cáncer antes de que yo conociera la NMG. Algunos de esos procesos es posible que hubieran acabado con éxito de haber sabido lo que sé ahora. Pero sucedió antes y yo no lo elegí. De la misma manera que si nos vemos a nosotros mismos ante un proceso veremos que no lo podemos controlar. Cada tejido se tomará su tiempo para repararse y como máximo nosotros tendremos que colaborar con paciencia y comprensión, tratando de no generar nuevos conflictos. Si entramos en solución de algo muy antiguo tendremos que vivir con ello y llevarlo con la máxima calma y comprensión. Y nuestra vida está llena de antiguos conflictos que se iniciaron probablemente ya desde que estábamos en el vientre de nuestra madre, así que es probable que no podamos evitar entrar en solución de algún tema u otro, especialmente si somos personas que viven a fondo la vida. Sé que hay muchos vídeos que hablan de cómo la creencia lo cambia, pero de momento no he visto a nadie que haga cicatrizar una herida a voluntad. Sólo lo he visto en vídeos. Cuando lo vea lo podré validar. Antes se tratará de una creencia. No lo niego (al contrario, pienso que todo es posible), lo que digo es que las personas que creen en ello sin haberlo validado en su propia vida caminan por encima del barro y quizá necesitarían toda su energía para hacerse cargo de lo que verdaderamente les ocurre en lugar de malgastarlo de un lado para otro, gastando tiempo y dinero.
Centrarse en el presente nos posibilita confiar en que la información que tenemos es perfecta para el momento presente y que a cada momento tendremos la información que vayamos necesitando. Y si hay algo que podemos realmente hacer es: caminar, seguir avanzando, levantarnos si caímos, aplicar lo que aprendimos...
La única manera de llegar a comprender es avanzar en el camino para tener mejor y más amplia perspectiva de lo que se andó. Para ello hay que levantarse cada vez, confiando en que llegado el momento se comprenderá lo que ahora no se ve con claridad. Como terapeutas, lo más importante es animar a seguir caminando. Ofrecer esa mano que anima a levantarse y a seguir. Esa mano que confía verdaderamente en la vida.
Seguir caminando es una clave fundamental de la curación y de la salud. No un atajo, sino una verdadera llave que nos abrirá una puerta a una mayor comprensión.
Marisa Ferrer
5/12/2017
martes, 14 de noviembre de 2017
El DHS: El suceso que inicia nuestras "enfermedades"
Cuando intentamos comprender de qué se trata esta nueva visión acerca de la salud, nos damos cuenta de que un factor esencial es el DHS, el Síndrome de Dirk Hamer.
El doctor Hamer lo llamó así porque se dio cuenta de la muerte de su hijo inició un proceso biológico en su vida, lo que habitualmente llamamos enfermedad. Tras investigar de manera metódica y exhaustiva, vio de manera muy evidente que toda enfermedad se iniciaba con un evento imprevisto, salvo lógicas excepciones circunstanciales como envenenamientos, traumatismos y carencias nutricionales extremas.
¿Cómo sucede un DHS?
De repente, nos sucede algo ante lo que nos sentimos sobrepasados. No tenemos una respuesta inmediata ante ello y supone un reto biológico para nosotros. De alguna manera supone un peligro para nuestra supervivencia, la de nuestra especie o de nuestro grupo.
La naturaleza tiene previstos programas automáticos para estas circunstancias. Los seres hemos ido incorporando y mejorando tales programas durante la evolución de la vida a medida que hemos ido experimentando y resolviendo nuevas cuestiones. Lo que hemos ido aprendiendo y consiguiendo se ha convertido así en una memoria que se ha ido agregando a nuestra inteligencia biológica. Ante cada nuevo reto biológico, estos programas se disparan automáticamente si no resolvemos las cuestiones conscientemente.
A medida que el ser humano se ha ido desarrollando y adentrándose en nuevas experiencias ha ido encontrando situaciones cada vez más complejas. Su cerebro se ha ido desarrollando en base a la necesidad de gestionar nuevas habilidades y experiencias. Así, del primitivo tronco cerebral, que gestiona todo lo relativo a la supervivencia básica, hemos llegado a la parte más reciente de nuestro cerebro, la corteza cerebral, que gestiona las temáticas relacionales, todos los procesos sociales y de nuestro movimiento en el grupo. Hasta llegar ahí, se desarrollaron el cerebelo, que atañe a todos los temas de la integridad del ser, de su protección y la sustancia blanca, que gestiona las temáticas de nuestra competitividad dentro del grupo, nuestras capacidades y habilidades en relación a él.
Cuando sucede un DHS, la temática con la que instintivamente relacionamos el evento, decidirá qué parte de nuestro cerebro va a gestionar el reto que tal evento supone para nosotros. Así, si por ejemplo nos sucede algo que para nosotros supone un ataque, se iniciarán una serie de transformaciones en ciertos órganos o tejidos de nuestro organismo que serán controladas por el cerebelo y si el evento pone en cuestión nuestra capacidad dentro del grupo el proceso será controlado por la sustancia blanca, iniciándose cambios en los órganos y tejidos gobernados por esa zona del cerebro.
¿Qué características tiene este evento?
Es siempre imprevisto, intenso, dramático y se vive en soledad. Es posible que la persona hable del evento o esté rodeada de personas, pero aún así se siente sola ante la circunstancia, aislada del grupo. Es un evento que le toma por sorpresa y de alguna manera le sobrepasa. No sabe cómo resolverlo, por lo que se dispara automáticamente un programa destinado a asegurar su supervivencia o la de su grupo. Que esto suceda nos da idea de la inteligencia de la vida, de que lo que sucede en nuestro organismo está siempre pleno de propósito, por lo que cualquier enfermedad ha de ser comprendida y curada teniendo en cuenta el propósito tras ella. No hacerlo así ha llevado a la medicina al punto en el que está en el que en general resuelve síntomas, no enfermedades y muchas de ellas acaban llevando a la muerte a la persona o cronificándose restándole calidad de vida.
¿Qué implica el DHS?
El proceso se inicia al mismo tiempo en la psique, en el cerebro y en el órgano. De tal manera, se comenzarán a desarrollar una serie de cambios en su organismo cuyo propósito es resolver a nivel biológico el reto que ha supuesto lo que ha sucedido. En su cerebro se iniciará un foco que irá cambiando a medida que vaya transcurriendo el conflicto y su solución. Al principio, cuando el conflicto está activo en la persona y no encuentra solución, se verá en las tomografías como un punto que paulatinamente se irá rodeando de círculos a medida que va pasando el tiempo sin que la persona resuelva el conflicto. Apartir del momento en que la persona logre resolverlo esa zona se va a llenar de edema. Por lo tanto, si le hacemos un tac cerebral sabremos en qué fase del proceso se encuentra: sabremos algo tan fundamental como si la persona ya resolvió el conflicto, lo cual es fundamental para su curación.
Propósito del proceso que se inicia en la psique, el cerebro y el órgano
El proceso que se dispara tiene pleno sentido biológico: ofrece al individuo una solución, una verdadera oportunidad de adaptarse a la nueva situación y asegurar la vida en su organismo ante el conflicto que se le ha presentado. Para la naturaleza la prioridad es el grupo, por encima del individuo. Por ello, a menudo no se entienden procesos que lleva a cabo un organismo sin comprender su propósito de cara a la supervivencia del grupo. Un ejemplo de ello son los ataques al corazón, los cuales tienen que ver con cuestiones de liderazgo dentro de un grupo.
Marisa Ferrer
14/11/2017
viernes, 10 de noviembre de 2017
¿Qué actitud tenemos frente a lo que nos sucede en la vida?
A menudo podemos ver dos formas de actuación extremas representadas por dos tipos de personas.
Por un lado, tenemos a los que son esencialmente dominados por su mente y han de resolver todo por la fuerza hasta que las cosas salgan correctamente. Son lo que llamamos “personas fuertes” porque acostumbran a ser extremadamente dominantes. Son personas admiradas socialmente porque se las siente “capaces”. Están siempre enfocadas a resolver problemas y su vida es extremadamente estresante, siempre en combate activo. A su lado, los demás acostumbran a decrecer, porque en su afán de resolverlo todo resuelven también lo de los demás y no les permiten experimentar por sí mismos ni equivocarse, en base evidentemente a lo que ellos consideran correcto. Sus hijos normalmente acaban o bien siendo sumisos o personas que están constantemente en guerra porque no les permiten experimentar por sí mismos y se sienten permanentemente contrariados a nivel muy profundo.En el otro extremo están las personas que consideran que todo lo manda Dios o el karma y que sólo hay que aceptar lo que ocurre. La mayoría de estas personas han tenido una gran influencia de la religión, que puso el acento en que todo es obra de Dios, del karma o una simple ilusión y no hay que hacer nada porque todo seguirá su curso. Son los que a menudo dicen aquello de "me ha tocado tal cosa o tal otra" o "qué se le va a hacer, la vida es así". Creen que aplicar su voluntad es algo negativo que contraría la voluntad divina. Sus hijos normalmente son niños que se sienten desprotegidos y dejados a su suerte, sin a menudo sentirse capaces de resolver nada ya que no han podido aprender de un modelo en el que la persona haga frente a lo que ocurre. Creen que no vale la pena luchar y se intentan adaptar una y otra vez a lo que les ocurre sin tener en cuenta su propia voluntad. Otros niños con este tipo de padres se vuelven extremadamente combativos porque sienten que si no lo hacen ellos nadie resolverá nada. A menudo se sienten padres de sus padres, invirtiendo los papeles naturales.
La mayoría de personas se mueven constantemente entre esos dos extremos, forzando unas veces y dejando ir en otros momentos.
¿Y de qué sirve reflexionar sobre todo esto?
Es importante que veamos qué creencias inconscientes nos llevan a actuar así de forma casi automática. Porque recuperar la consciencia en nuestros actos es lo que nos permitirá encontrar el punto justo en cada situación de nuestra vida. La justa aceptación de las cosas que nos suceden sin que ello nos prive de aplicar nuestra voluntad tiene que ver con soltar automatismos que hemos recibido de la cultura y la religión y han hecho mella en nosotros, de manera que nos influyen inconscientemente en nuestros actos y nuestras decisiones. La cultura que hemos recibido no nos influirá hasta el punto de perder nuestra propia voluntad si nos mantenemos atentos a lo que sentimos realmente en nuestro interior ante cada situación que se presenta y aplicamos nuestro propio intelecto sobre la situación sin dejarnos influir por creencias.
¿Qué hay tras estas dos formas de actuar?
Tras la primera forma de manejar la vida está una actitud normalmente poco confiada en las fuerzas espirituales y en la vida misma. Uno cree que todo depende de él. Estas personas buscan siempre perfeccionarse, estar informadas de todo cuanto ocurre, tenerlo todo bajo control y ponen un acento importante en prosperar en la vida, porque ello les da idea de que realmente están controlando lo que ocurre. Necesitan sentirse poderosas. Eso les da una imagen frente a los demás de un cierto materialismo. Es una visión masculina, lo cual va más allá de ser un hombre o una mujer. Si observamos el símbolo de lo masculino, veremos que es un círculo con una flecha que sale hacia fuera, actuando en el exterior. Por ello, el poder es una cualidad típicamente relacionada con los hombres. Lo que se valora tradicionalmente en un hombre es el poder. Pero esto sucede en un plano automático. Si la persona se deja llevar por la cultura irá perdiendo su propia feminidad, su capacidad de aceptar lo que ocurre y de relajarse disfrutando de la vida tal cual. Sólo hay que ver las películas de Hollywood en las que el hombre se dedica exclusivamente a prosperar y acaba perdiendo a su mujer y a su familia. También lo vemos en muchas mujeres que adoptan ese papel tradicionalmente masculino. Representan este arquetipo.
La religión tiene una influencia extrema sobre el segundo grupo de personas al que me he referido. Por eso se las relaciona tradicionalmente con una mayor espiritualidad. Ellas se han empapado de la idea de que una fuerza sobrenatural maneja su vida, ya sea un Dios personal o un karma impersonal y lo que les ocurre es por mandato divino. A menudo viven más relajadas que las primeras y se las considera más espirituales, pero en realidad desconocen quienes son y sus propias capacidades. En general, padecen muchos más problemas de desvalorización y se sienten incapaces de enfrentarse a lo que les ocurre. Muchas tienen la sensación de que no tienen buena suerte. Influidas por las religiones de moda interpretan que están quemando karma en esta vida. Por eso a menudo se relaciona espiritualidad con pobreza o falta de prosperidad. Esta es una visión más femenina en el sentido de receptiva. Si observamos el símbolo de la mujer es un círculo con una cruz debajo, con lo que no hay acción en el exterior. Por eso, lo que la cultura valora en la mujer es la belleza, no el poder. Vemos en Hollywood este papel representado por la mujer sumisa que vive dependiente de encontrar a un hombre que la mantenga. De lo único que se tiene que preocupar es de estar bella y de retener al lado a un hombre poderoso. El canal Divinity está repleto de esas películas. Será por el nombre del canal...
¿Cómo podemos liberarnos de los automatismos?
La posibilidad de ser autoconscientes está en los dos grupos. Está claro que ambos han de llegar a experimentar las dos posibilidades saliendo de la polarización automática. Todos hemos de desarrollar las cualidades activas y receptivas para llegar a ser completos en lugar de "medias naranjas dependientes de que las completen". Las relaciones entre hombres y mujeres serán justas y realmente amorosas cuando se llegue a ese punto.
Siendo capaces de detectar lo que la cultura dejó en nosotros podremos salir de los automatismos y ser nosotros mismos en plenitud, haciéndonos cargo de lo que está realmente bajo nuestra responsabilidad.
Esto llega cuando se comprende que uno tiene su propia voluntad en esta vida, que uno viene a experimentar en base a lo que decida vivir desde su impulso interno. Realizar esta cualidad en la vida depende de darse cuenta de la divinidad en uno mismo. Realmente es así. No es algo externo y la única manera de llegar a darse cuenta de ello es experimentar por uno mismo en lugar de dejarse llevar por las creencias impuestas por las religiones o la cultura.
Aprendiendo a escuchar atentamente qué queremos de verdad seremos capaces de detectar también lo que quieren los demás. En ese nivel de la vida no habrá contradicción, porque esas fuerzas internas siempre están en orden. Este es el plano en el que las relaciones entre las personas y los seres en general se hacen posibles en armonía. Es el nivel del Amor. Uno se sitúa ahí soltando automatismos y escuchando a cada momento su verdadero sentir interno. Despojando a toda creencia impuesta de irracionalidad.
Fotografía de Héctor Ibarra Morata Montilla
Marisa Ferrer
10/11/2017
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