lunes, 3 de abril de 2017

¿Sabemos realmente lo que damos?

Nos queda claro a todos que para estar en esta vida tenemos que obtener los recursos que nos mantengan vivos y con una calidad de vida suficiente. Si esos recursos no vienen de una situación natal aventajada, nos vemos ante el reto de tener que buscar cómo “ganarnos” la vida, de manera que desde que tenemos una cierta edad nos empezamos a preguntar cual es nuestro lugar en este mundo y qué vinimos a ofrecer.

Una parte de la humanidad, especialmente en occidente, está pasando de una etapa en la que trabajaba para alguien a hacerlo para su propia empresa. De manera que actualmente están surgiendo cientos de webs de negocios online. También vemos decenas de anuncios de cursos o talleres en los que se pretende ayudarnos a tener más paz y gozo en nuestra vida.
Cuando miras una web te das cuenta en seguida de cuando se trata de algo ofrecido desde un genuino conocimiento del tema o simplemente se trata de alguien que vio una oportunidad de negocio y quizá tuvo los recursos para llevarla a cabo.  No tengo ninguna objección moral en contra de ello, pero se tiene que tener claro que el resultado que va a obtener la persona que “compre” ese producto no va a ser de calidad, porque el objetivo que en teoría se fue a buscar no es el que se va a encontrar.
Recuerdo que el pare Basili, que fue ermitaño en Montserrat, me dijo más de una vez que en realidad mucha de la gente que cree que está sanando a los demás los está perjudicando. Él era muy contundente en esta afirmación. Decía literalmente: “todos están obsesionados con dar, dar dar, pero ¡a ver lo que das! Hay mucha gente imponiendo las manos, llamando a su técnica de diferentes maneras (reiki, toque cuántico, imposición de manos...). Pero en realidad no ven ni perciben lo que está sucediendo allí. Simplemente se ofrecen para canalizar a quien sabe qué entidad. A esto se refería especialmente el pare Basili. ¿Cómo sabes a qué entidades estás canalizando? ¿Cómo sabes con certeza que eso le va a beneficiar realmente a la persona que tienes delante? Si impones tu energía al otro, a través de tus manos o tu psique, estás realmente modificando su realidad. Si de verdad quieres ser un transmisor de la energía, un polo receptivo que simplemente transmite la energía de alguna entidad a alguien con un padecimiento, ten conocimiento de la fuente de donde viene esa energía. Si no es así, no conoces lo que se está transmitiendo a través tuyo. A lo largo de la vida he econtrado personas con graves problemas tras “recibir” energía de alguien que le hizo sanación. A veces quedan abiertos portales en estas personas y pierden su integridad, a menudo durante años, hasta que resuelven el problema, si es que lo consiguen. El padre Basili me habló de un chico que acabó lanzándose al vacío en la montaña que era instigado a hacerlo a través de uno de estos portales que había abierto a través de drogas, abriéndose de manera artificial y sin un acompañante experto a mundos para los que todavía no estaba preparado.
Venimos de una educación religiosa que nos ha inculcado que hemos de servir a los demás para ser dignos de estar en este mundo y entiendo que cada uno resuelve esta cuestión como puede. Sin entrar a debatir si es cierto que deba ser así, lo cierto es que para la mayoría se trata de un tema importante que aporta sentido a su vida.
Creemos que es algo que necesitamos buscar, pero si nos obsevamos a nosotros mismos con atención nos daremos cuenta de que en realidad hay muchos temas que hemos trabajado bien y es en esa dirección en la que realmente podremos encontrar una verdadera calidad de vida. Sin embargo, a veces no sabemos ver nuestros puntos fuertes y nos dedicamos a ir a la búsqueda de cualidades o habilidades de las que carecemos. Encontramos fórmulas de “atajos”, vemos posibilidades y nos unimos a ellas con ilusión, olvidándonos de nuestras verdaderas capacidades.
Comparto esta reflexión con ánimo de aportar y no de juzgar. Veo constantemente cursos y talleres de los que por su presentación puedes ver perfectamente que se trata de temas de los que se tiene un conocimiento superficial. A menudo temas que están de moda, por lo que se vio en ellos una oportunidad de ganar dinero. Normalmente se utilizan frases, lemas, ganchos y motivos que se copiaron de otros y que se repiten una y otra vez en muchas webs. I a veces se trata de temas de salud, donde lo que está en juego es el bienestar de una persona.
Si de verdad queremos ser independientes, ¿por qué no buscar mejor entre lo que hemos trabajado bien en la vida? ¡Seguro que lo encontramos! Tengo la certeza de que todos somos realmente buenos en ciertos temas.  Reflexionemos acerca de ello, afinemos y cuando lo encontremos, seamos creativos buscando cómo llevarlo a cabo de manera que sea valorado y nos permita procurarnos una vida digna, en un intercambio sano con los demás.

Eso nos dará la fortaleza suficiente como para no ser pasto de entidades que se aprovechan de nosotros: técnicas con copyright por cuyo aprendizaje nos cobran montones de dinero, nuevas terapias, nuevos oficios de aprendizaje rápido… No estoy diciendo que todo eso no se estudie si se desea hacerlo, ya que siempre podemos aprender de todo. Pero creer que realmente estamos ayudando a los demás sin saber bien lo que hacemos es un asunto muy diferente. Llevo ya casi 40 años en el universo de la salud y he podido verlo una y otra vez. Personas que inician un tema tras otro, en un estado de competición intensa y constante para colocarse en el mercado. Está claro que cada persona que acude a ellas no lo hace por casualidad y seguramente debe necesitar esa experiencia antes de encontrar lo que realmente busca. Sólo hablo de ello para tomar conciencia del tema. Si gobernamos nuestra compulsión por dar antes de actuar y nos aseguramos de que la acción nazca realmente de una certeza podremos saber que lo que estamos ofreciendo es genuino.
La sabiduría que hemos recibido de nuestros antepasados por vía directa nos enseña que hay etapas en las que uno es aprendiz antes de ser maestro, comprobando en sí mismo lo que va a ofrecer. De la misma manera que hay que cultivar bien un jardín para que nos de flores y frutos, necesitamos trabajar cada terreno que pisamos sin prisa, experimentando cada paso. Como todos hemos podido comprobar, el camino que se hace apresuradamente es más largo al final.
Te sugiero que no des nada que no conozcas bien. Sé humilde y valiente en eso si de verdad quieres acompañar al otro hacia el encuentro consigo mismo.
Marisa Ferrer
3 abril 2017

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