domingo, 8 de noviembre de 2015

VIVIENDO EN COMUNIÓN CON LOS DEMÁS SERES


Esta mañana paseábamos mi perro y yo tranquilamente.
Me resulta extremadamente placentero contemplar el jardín de una vecina porque es un lugar bellísimo. Es discreto, no esplendoroso aparentemente, pero si te paras a mirar te das cuenta de que la persona que lo cultiva vive con gran sensibilidad y conocimiento del mundo vegetal. Parar al límite del jardín y contemplar y oler es un maravilloso regalo que te sitúa en comunión con los demás seres al instante.
Hoy vi que había florecido una mata de margaritas muy grandes. Me acerqué y me llamó la atención el centro de las margaritas. Me quedé como hipnotizada contemplándolo, dándome cuenta de que no era mirar “desde fuera” sino siendo uno con él.


Lo observé y me di perfecta cuenta de cómo aquel centro de una geometría tan perfecta me estaba modificando internamente. Al lado hay un madroño y vi de que habían salido ya frutos. Tomé uno y lo saboreé.  Y ahí, al lado de mi perro, saboreando el fruto del madroño y contemplando el centro de una margarita me di cuenta de que a medida que vamos poniéndonos en comunión con los seres que nos rodean regresamos a la paz, al amor más profundo, a donde todo tiene sentido.
A veces, paseando, me acerco a las flores y contemplo sus colores. Ya hace tiempo que descubrí que si miras atentamente el color y cierras los ojos el color te llena a ti. Y no es como visualizar un color inexistente que te imaginas, es algo mucho más poderoso. Ese ser que ha desarrollado ese color lo comparte contigo. Lo mismo me pasa cuando paso por matas de hierbas aromáticas. Me acerco al romero, lo toco con los dedos y cuando huelo sé que ese aroma me está transformando por dentro, llevándome a niveles muy esenciales de mi misma. Es algo más allá de mi intelecto. Simplemente sucede todo el tiempo en la naturaleza y si uno está presente se da cuenta de ello.


Tenemos el anhelo de vivir en el campo, en medio de la naturaleza, pero si vivimos en el campo y no vivimos en comunión con los seres no sirve de nada. Porque no es la posibilidad lo que permite la experiencia, sino la vivencia real de esa experiencia.
Podemos estar en un piso en medio de una ciudad y estar experimentando comunión. Por supuesto es mucho más difícil, porque los seres allí están limitados y sus cualidades están siendo interferidas constantemente, pero es posible. Pero no cabe duda de que si vivimos cerca de la naturaleza y tenemos ocasión de contemplar árboles, flores, plantas, animales entramos en comunión con ellos y comparten sus cualidades con nosotros.


Cada ser del universo está experimentando unas cualidades. Experimentan con colores, formas, olores... Nuestra mente limitada y programada lo lleva todo a su propio lenguaje. Humaniza a los perros y a los gatos imaginando lo que están pensando o el por qué de sus actos. Pero el lenguaje de perros o gatos es muy diferente al humano y lo que comparten con nosotros tiene poco que ver con lo que suponemos. Sólo estando presentes nos damos cuenta de qué comparten con nosotros y entramos en comunión con ellos, en un amor resonante de elevada frecuencia.
La naturaleza es la clave. Los seres llevan millones de años experimentando y a cada oportunidad de compartir en comunión ampliamos nuestras cualidades lo que nos permite comprender mejor el universo y vivir en plenitud.
¡Nos queda tanto por experimentar en el mundo real! Ese mundo en el que se tocan el sueño y la vigilia. En ese mundo estamos los seres y ahí no importa si estamos dormidos o aparentemente despiertos.



Autora:  Marisa Ferrer  Fecha: 27/4/2015

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jueves, 5 de noviembre de 2015

El legado del doctor Hamer

Empecé a oír hablar acerca de los descubrimientos del doctor Hamer tras décadas de estudio intentando comprender cómo funciona la salud del ser humano e incluso de los animales y las plantas.  He tenido la suerte de estudiar con muchas personas procurando comprender lo que las medicinas ancestrales y los grandes sabios nos han transmitido a lo largo de los siglos.Considero un privilegio haber tenido la oportunidad recibir enseñanzas de profesores muy interesantes que han dedicado su vida al estudio y difusión de este conocimiento. Muchas de estas personas ni siquiera son reconocidas por la sociedad, ya que vivieron la vida acercando este conocimiento a las personas que los consultaron sin tratar de darse a conocer.
Tuve la suerte de estudiar y conocer a nivel particular a Jacques Haesert, quien me introdujo en la medicina tibetana. Jacques vivía una vida de lama-hermitaño en su pequeña casita en el campo en Francia, recibiendo a cuantos le pedían consejo. También se dedicó a la formación en profundidad de muchas personas. Su enseñanza iba mucho mas allá de lo simplemente físico y abarcaba la comprensión del funcionamiento del ser humano a nivel espiritual.
Cuando acabó su andadura en este mundo, Jacques murió en meditación: un día cerró sus ojos y calmó su mente, desconectando de su avatar en paz y seguramente en plenitud de consciencia.
También aprendí medicina ayurvédica con varias personas, todas ellas de la India y con una larga experiencia de generaciones de dedicación al tema. El conocimiento del ayurveda es muy extenso y te ayuda vivir la vida siguiendo unos consejos y prácticas que permiten mantener un equilibrio que se refleja en las personas que lo siguen. Es la fuente tanto de la medicina tibetana como de la china, que son posteriores.
Con todos estos maestros aprendí que el equilibrio de las energías, el cuidado con los alimentos y las impresiones que se reciben, así como que el manejo de la mente y las emociones es lo mas importante para vivir de una manera vital y saludable. Sin embargo, me daba cuenta de que había algo más que no se tenia en cuenta o a lo que se daba un papel secundario cuando se trataba de la clave fundamental sin la cual lo demás se convertía en ir poniendo parches y gastando mucha energía para estar siempre limpiando y purificando. Todo ese conocimiento implicaba una vida de esfuerzo por mantener un equilibrio y por comprender los procesos que se daban en el organismo.
Había siempre algo que no me acababa de encajar. Sentía que faltaba una pieza importante sin la cual todo se convertía en algo extremadamente complejo y complicado, además de librado al azar.
A menudo me encontraba con una manera de ver el ayurveda o la medicina china casi supersticiosa, en la que, por ejemplo, se excluían muchos alimentosde forma sistemática. Actualmente está sucediendo lo mismo con el gluten y los cereales en general.
Me venían a la mente los ancianos que conocí en mi niñez en el pueblo de mi abuelo en Guadalajara, gente de campo que comía cerdo y pan como alimentos básicos y casi únicos y llegaban a casi 100 años. A pesar de que yo me alimento exclusivamente de vegetales, lo que había visto en el pueblo me recordaba una y otra vez que la alimentación no era la clave sino que sólo era lo que mantenía un organismo con mayor o menor vitalidad de cara a tener más posibilidades de superar enfermedades, pero era consciente de que tenía que haber algo más. Había algo de base erróneo o incompleto en la manera de ver la medicina tanto oficial como alternativa.
Esa clave llegó cuando conocí los descubrimientos del doctor Hamer.
La primera vez que oí hablar de él me di cuenta de que conocer sus investigaciones transformaría todo lo que había aprendido acerca de la salud hasta entonces.
En el primer curso que hice sobre Nueva Medicina Germánica vi pasar muchos de los procesos que me eran conocidos de familiares y amigos, de los cuales conocía la vida y los conflictos que habían vivido. Las mal llamadas enfermedades de mis padres, hermanos, amigos… todas cobraban un sentido completamente diferente al que habían tenido hasta entonces. Lo que yo sabía de estas personas y sus conflictos encajaba a la perfección con las explicaciones del doctor Hamer de cada proceso. Esa comprensión me ayudaba a recuperar la confianza y la esperanza de tal manera que recuerdo haber sentido mucha emoción. Surgía del reconocimiento de estar viviendo un momento trascendente en mi vida.
Con los años me he dado cuenta de que comprender sus descubrimientos no provoca únicamente una transformación a nivel particular, sino que también implica una auténtica revolución a un nivel general, que atañe a nuestra historia como humanidad. Realmente, los descubrimientos del doctor Hamer cambian por completo el paradigma respecto a la salud vigente los últimos miles de años. Y utilizo la palabra "miles" con plena consciencia, sin ninguna intención de idolatrar ni de exagerar. Tengo muy claro de qué estoy hablando.
Y lo digo sin subestimar a los grandes sabios, magos y sanadores de la antigüedad. Ellos exploraron a fondo muchos aspectos del universo y sus revelaciones han sido de una enorme importancia en nuestra historia.
Sin embargo, Hamer nos acerca a una realidad muy diferente de lo que creíamos que era la salud. Mucho más simple y comprensible de lo que jamás hubiéramos sospechado. Sus descubrimientos suponen un golpe sobre la mesa tan ruidoso que ha sido perseguido, se le ha intentado asesinar en varias ocasiones (tiros, accidentes, envenenamientos…), ha pasado por la cárcel, se le ha intentado encerrar en un psiquiátrico… Los últimos años de su vida permaneció en un lugar de los fiordos noruegos.
Los descubrimientos del doctor Hamer suponen la posibilidad de devolver el gobierno de la propia salud a la persona, al presentarse la posibilidad de comprender qué sucedió y en qué punto se está de manera muy sencilla. La complejidad que uno pueda encontrar pertenece a su rico mundo interior y al descubrimiento de sí mismo.
Hamer insiste en que él únicamente ha descubierto cómo funcionan una serie de procesos en el cuerpo. La mayor importancia radica en que lo ha investigado, no inventado. Lo ha descrito como leyes que se dan de una manera exacta, lo que facilita mucho su comprensión cuando las aplicas en los procesos que vivimos en el cuerpo o en la psique. No ha inventado ninguna terapia. Su descubrimiento es perfectamente verificable por cualquiera que lo observe con atención.
Ha descrito perfectamente las etapas de cada proceso (enfermedad) y sus diferencias en función del tipo de tejido afectado. Vemos descritas las enfermedades que implican la supervivencia, el ataque, de territorio o de relación diferenciadas por tejidos que pueden ser afectados.

Hamer ha compartido con quienes lo han escuchado su increíble descubrimiento, que aunque muchos intuíamos no habíamos conseguido determinar:
Que toda enfermedad se inicia con un conflicto biológico y que dependiendo de cómo vivió esa persona el conflicto el proceso afectará a unos tejidos o a otros.
Ha creado un certero mapa de zonas del cerebro donde podemos comprobar lo que sucede en todo el cuerpo, tejido por tejido e investigar en qué fase se encuentra.
Ha determinado cómo son las fases de una “enfermedad”, lo que nos da la posibilidad de comprender si el conflicto que inició el proceso se resolvió o no, algo de vital importancia, además de las manifestaciones que están teniendo lugar en el organismo en cada fase.
Ha reconocido el papel real de virus, hongos y bacterias como parte de los procesos de curación de los seres vivos. Ese es otro de sus descubrimientos más extraordinarios que barre o más bien reordena todo lo creído hasta el momento.
En definitiva ha demostrado que todo lo que ocurre en el cuerpo está pleno de sentido y poco tiene que ver con el azar. Con ello eliminamos la fascinación y la idolatría hacia la bata blanca, que son las sotanas modernas, devolviendo la búsqueda de la propia salud hacia dentro de uno mismo, que es donde están las causas de lo que le ocurre a cada ser vivo en particular.
Algo muy importante y que destacan las personas que han comprendido el alcance de los descubrimientos es que a partir de ellos comprendemos que las manifestaciones en el cuerpo no son por «haberse vuelto locas las células», por «ser defectuoso» o por casualidad. Procesos como el cáncer o las llamadas enfermedades incurables toman un cariz completamente diferente a la vista de las 5 leyes biológicas.
Tengo muy claro que cualquier persona que se dedique a ayudar a los demás en el aspecto médico o psíquico gana una herramienta clave conociendo las leyes descubiertas por Hamer. Sin ellas su aportación a la curación de su paciente supone sólo una apuesta. Tengo la certeza de que es así.
Conocer cómo vivir una vida saludable, comiendo buenos alimentos y teniendo buenos hábitos es algo positivo, pero las enfermedades se darán a pesar de todo ello, debido a que en nuestra vida vivimos situaciones ante las que nos sentimos superados que inician procesos de mayor o menor gravedad dependiendo de la intensidad de las situaciones y de la cantidad de tiempo que mantengamos los conflictos activos, sin resolver.
Supongamos que tengo una bronquitis, que es una “enfermedad” que se da en fase de solución de un conflicto ya resuelto. Si voy al médico éste me dará antibiótico por si acaso, para que no se complique. Si voy al acupuntor me ayudará a equilibrar las energías, mejorando mi vitalidad. Pero si comprendo cuál fue el conflicto que resolví y qué está sucediendo entenderé con mucha exactitud el proceso que he vivido sin añadir miedos ni un sufrimiento extra y actuando mucho más adecuadamente.
Tras estudiar a fondo este conocimiento es cuando decidí dedicarme al máximo a su divulgación, como otras muchas personas. Lo hago a través de todos los medios posibles porque creo que toda la población debería conocer este tema para poder recuperar lo antes posible la soberanía de su propio organismo.
Autora:  Marisa Ferrer  Fecha: 5/11/2015

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